LOS DOS CONEJOS

POR entre unas matas,

Seguido de perros,

(No diré corría)

Volaba un conejo.

De su madriguera

Salió un compañero,

Y le dijo:—¡Tente!

Amigo, ¿qué es esto?

—¿Qué ha de ser? responde;

Sin aliento llego…

Dos pícaros galgos

Me vienen siguiendo.

—Sí, replica el otro,

Por allí los veo,

Pero no son galgos.

—Pues, ¿qué son?—Podencos.

—¿Qué? ¿Podencos dices?

—Sí, como mi abuelo.

—Galgos y muy galgos;

Bien vistos los tengo.

—Son podencos: vaya,

Que no entiendes de eso.

—Son galgos, te digo.

—Digo que podencos.

En esta disputa,

Llegando los perros,

Pillan descuidados

Á mis dos conejos.

Los que por cuestiones

de poco momento

dejan lo que importa,

llévense este ejemplo.

Iriarte

 

 

EL PATO Y LA SERPIENTE

Á ORILLAS de un estanque

Diciendo estaba un Pato:

¿Á qué animal dió el cielo

Los dones que me ha dado?

Soy de agua, tierra y aire:

Cuando de andar me canso,

Si se me antoja, vuelo,

Si se me antoja, nado.

Una Serpiente astuta,

Que le estaba escuchando,

Le llamó con un silbo,

Y le dijo: Seó guapo,

No hay que echar tantas plantas;

Pues ni anda como el Gamo,

Ni vuela como el Sacre,

Ni nada como el Barbo.

Y así tenga sabido

Que lo importante y raro

No es entender de todo,

Sino ser diestro en algo.

                             Iriarte

 

EL JABALÍ Y LA ZORRA

SUS horribles colmillos aguzaba

Un Jabalí en el tronco de una encina,

La Zorra, que vecina

Del animal cerdoso se miraba,

Le dice: «Extraño el verte,

Siendo tú en paz, señor de la bellota,

Cuando ningún contrario te alborota,

Que tus armas afiles de esa suerte.»

La fiera respondió: «Tenga entendido

Que en la paz se prepara el buen guerrero,

Así como en la calma el marinero,

Y que vale por dos el prevenido.»

                                                                                       Samaniego

 

Á TODO HAY QUIEN GANE

JUAN, que es pescador de caña,

Se pasa el día pescando,

Y Pedro lo está mirando

Con una sonrisa extraña.

 

Pasan dos horas ó tres,

En las que Juan nada pesca,

Y con sorna picaresca

Le dice Pedro después:

 

—Tu ocupación singular

Mucho te ha de divertir;

Pero ¿me quieres decir

Qué hay más tonto que pescar?

 

Y al oir aquella fresca,

Volviéndose Juan de pronto,

Le contestó:—¿Qué hay más tonto?

¡Estar mirando al que pesca!

                        Felipe Pérez y González

 

EL PERAL

Á UN Peral una piedra

Tiró un muchacho,

Y una pera exquisita

Soltóle el árbol.

Las almas nobles,

Por el mal que les hacen,

Vuelven favores.

                                                                     Juan Eugenio Hartzenbusch

 

EL GLOBITO AZUL

 I

MIRABA un niño asombrado,

Con expresión cariñosa,

Un globo de azul pintado,

Por un hilo sujetado

Á su mano cuidadosa.

 

El globo, con lento vuelo,

En el aire se mecía,

Y el hermoso pequeñuelo,

Con infantil alegría,

Por verlo miraba al cielo.

 

Á pesar de su viveza

Y su alegre desaliño,

Cierto sello de tristeza

Marchitaba la pureza

De la sonrisa del niño.

 

¡Ay! que cuando preguntaba

Por su madre, con amor,

—«¡Está en el cielo!» escuchaba,

Y en el cielo la buscaba

Con inocente candor.

 

II.

 

Miraba el globo tranquilo

El niño, con dulce arrobo,

Cuando, rompiéndose el hilo,

Remontóse al cielo el globo,

Cual si en él buscara asilo.

 

No produjo al tierno infante

Pena, llanto ni agonía

Ver que el globo se perdía;

Antes bien, en su semblante

Se retrató la alegría.

 

Y se dijo por consuelo

Siguiendo su raudo vuelo:

—¡Oh! qué de prisa que va!

¡Mejor! ¡Cuando llegue al cielo,

Mi madre lo cogerá!

Juan Antonio Cavestany

 

FUSILES Y MUÑECAS

JUAN y Margot, dos ángeles hermanos,

Que embellecen mi hogar con sus cariños,

Se entretienen con juegos tan humanos

Que parecen personas desde niños.

 

Mientras Juan, de tres años, es soldado

Y monta en una caña endeble y hueca,

Besa Margot con labios de granado

Los labios de cartón de su muñeca.

Lucen los dos sus inocentes galas,

Y alegres sueñan en tan dulces lazos:

Él, que cruza sereno entre las balas;

Ella, que arrulla un niño entre sus brazos.

Puesto al hombro el fusil de hoja de lata

El kepis de papel sobre la frente,

Alienta al niño en su inocencia grata

El orgullo viril de ser valiente.

Quizá, piensa, en sus juegos infantiles,

Que en este mundo que su afán recrea,

Son como el suyo todos los fusiles

Con que la torpe humanidad pelea.

 

Que pesan poco, que sin odios lucen,

Que es igual el más débil al más fuerte,

Y que, si se disparan, no producen

Humo, fragor, consternación y muerte.

¡Oh misteriosa condición humana!

Siempre lo opuesto buscas en la tierra:

Ya delira Margot por ser anciana,

Y Juan que vive en paz ama la guerra.

Mirándolos jugar, me aflijo y callo;

¡Cuál será sobre el mundo su fortuna?

Sueña el niño con armas y caballo,

La niña con velar junto á la cuna.

 

El uno corre de entusiasmo ciego,

La niña arrulla á su muñeca inerme,

Y mientras grita el uno: Fuego, Fuego,

La otra murmura triste: Duerme, Duerme.

Á mi lado ante juegos tan extraños

Concha, la primogénita, me mira:

¡Es toda una persona de seis años

Que charla, que comenta y que suspira!

¿Por qué inclina su lánguida cabeza

Mientras deshoja inquieta algunas flores?

¿Será la que ha heredado mi tristeza?

¿Será la que comprende mis dolores?

Cuando me rindo del dolor al peso,

Cuando la negra duda me avasalla,

Se me cuelga del cuello, me da un beso,

Se le saltan las lágrimas, y calla.

Sueltas sus trenzas claras y sedosas,

Y oprimiendo mi mano entre sus manos,

Parece que medita en muchas cosas

Al mirar como juegan sus hermanos….

¡Inocencia! ¡Niñez! ¡Dichosos nombres!

Amo tus goces, busco tus cariños;

¡Cómo han de ser los sueños de los hombres

Más dulces que los sueños de los niños!

                                                                              Juan de Dios Peza

CANTOS DE PÁJARO

TENGO yo un pajarillo

Que el día pasa

Cantando entre las flores

De mi ventana;

Y un canto alegre

A todo pasajero

Dedica siempre.

Tiene mi pajarillo

Siempre armonías

Para alegrar el alma

Del que camina….

¡Oh cielo santo,

Por qué no harán los hombres

Lo que los pájaros!

Cuando mi pajarillo

Cantos entona,

Pasajeros ingratos

Cantos le arrojan:

Mas no por eso

Niega sus armonías

Al pasajero.

Tiende las leves alas,

Cruza las nubes

Y canta junto al cielo

Con voz más dulce:

«Paz á los hombres

Y gloria al que en la altura

Rige los orbes!»

Y yo sigo el ejemplo

Del ave mansa

Que canta entre las flores

De mi ventana,

Porque es sabido

Que poetas y pájaros

Somos lo mismo.

                  Antonio de Trueba

 

 

 

CANCIÓN

EL clavel que tú me diste

El día de la Ascensión,

No fué clavel, sino clavo

Que clavó mi corazón.

 

En enero no hay claveles,

Porque los marchita el hielo;

En tu cara los hay siempre,

Porque lo permite el Cielo.

                                Fernán Caballero

(From Simón Verde.)

 

 

¡BELLO ES VIVIR!

¡BELLO es vivir, la vida es la armonía!

Luz, peñascos, torrentes y cascadas,

Un sol de fuego iluminando el día,

Aire de aromas, flores apiñadas:

Y en medio de la noche majestuosa

Esa luna de plata, esas estrellas,

Lámparas de la tierra perezosa,

Que se ha dormido en paz debajo de ellas.

¡Bello es vivir! Se ve en el horizonte

Asomar el crepúsculo que nace;

Y la neblina que corona el monte

En el aire flotando se deshace;

Y el inmenso tapiz del firmamento

Cambia su azul en franjas de colores;

Y susurran las hojas en el viento,

Y desatan su voz los ruiseñores.

. . . . . . . . . . . .

¡Bello es vivir, la vida es la armonía!

Luz, peñascos, torrentes y cascadas,

Un sol de fuego iluminando el día,

Aire de aromas, flores apiñadas.

                                              José Zorrilla

(From Indecisión.)

 

 

¡EXCELSIOR!

¿POR qué los corazones miserables,

Por qué las almas viles,

En los fieros combates de la vida

Ni luchan ni resisten?

 

El espíritu humano es más constante

Cuanto más se levanta:

Dios puso el fango en la llanura, y puso

La roca en la montaña.

 

La blanca nieve que en los hondos valles

Derrítese ligera,

En las altivas cumbres permanece

Inmutable y eterna.

                                                                          Gaspar Núñez de Arce

 

RIMAS: XIII

TU pupila es azul, y cuando ríes,

Su claridad süave me recuerda

El trémulo fulgor de la mañana

Que en el mar se refleja.

 

Tu pupila es azul, y cuando lloras,

Las transparentes lágrimas en ella

Se me figuran gotas de rocío

Sobre una vïoleta.

 

Tu pupila es azul, y si en su fondo,

Como un punto de luz, radia una idea,

Me parece en el cielo de la tarde

Una perdida estrella.

                             Gustavo Adolfo Bécquer

 

RIMAS: LIII

VOLVERÁN las obscuras golondrinas

En tu balcón sus nidos á colgar,

Y, otra vez, con el ala á sus cristales

Jugando llamarán;

Pero aquéllas que el vuelo refrenaban

Tu hermosura y mi dicha á contemplar,

Aquéllas que aprendieron nuestros nombres…

Ésas… ¡no volverán!

Volverán las tupidas madreselvas

De tu jardín las tapias á escalar,

Y otra vez á la tarde, aun más hermosas,

Sus flores se abrirán;

Pero aquéllas, cuajadas de rocío,

Cuyas gotas mirábamos temblar

Y caer, como lágrimas del día…

Ésas… ¡no volverán!

 

Volverán del amor en tus oídos

Las palabras ardientes á sonar;

Tu corazón de su profundo sueño

Tal vez despertará;

Pero mudo y absorto y de rodillas,

Como se adora á Dios ante su altar,

Como yo te he querido… desengáñate,

¡Así no te querrán!

                          Gustavo Adolfo Bécquer