Un asno salvaje, al ver un burro domés co en un lugar soleado, se le acercó y le felicitaba por el vigor de su cuerpo y por el buen provecho de su comida. Pero, más tarde, al verlo cargado y al arriero que iba detrás pegándole con un palo, dijo: «No te considero feliz, pues veo que enes abundancia, no sin grandes males».

Así, no son envidiables las ganancias que se logran con peligros y desgracias.