Un hombre canoso tenía dos queridas, de las que una era joven, la otra vieja. La mayor, avergonzada de mantener relaciones con uno más joven que ella, no paraba de arrancarle los pelos negros, mientras estaba a su lado. La más joven, sin embargo, tratando de disimular que tenía como amante a un viejo, le arrancaba las canas.

Así le ocurrió que, depilado unas veces por una y otras por la otra, se quedó calvo.

 

Así, en todas partes lo anómalo es perjudicial.