Una mujer dijo tanto que su vecino era un ladrón que el niño acabó detenido. Días después descubrieron que era inocente. Luego el niño fue liberado y demandó a la mujer.
— Los comentarios no causan tanto daño, dijo en su defensa ante el tribunal.
— Escribe tus comentarios en un papel, luego córtalo y tira los pedazos de camino a casa. Vuelva mañana para escuchar la sentencia, respondió el juez. La mujer obedeció y regresó al día siguiente.
— Antes de dictar sentencia, tendrás que recoger todos los papeles que esparciste ayer, dijo el juez.
—Imposible, respondió ella. Ya no sé dónde están.
—De la misma manera, un simple comentario puede destruir el honor de un hombre, y entonces no tienes cómo reparar el mal, respondió el juez, condenando a prisión a la mujer.
En Calumnia vemos lo grave que es hacer una acusación sin tener pruebas de lo que decimos. El vecino, frívolamente, acusó al niño de ladrón sin estar seguro de lo que decía.
Después de todo, el juego dio un giro, él quedó absuelto y ella se dio cuenta de lo grave que era incriminar a alguien sin tener las pruebas necesarias.
El juez, muy didáctico, supo explicar de una forma muy sencilla -a través de una hoja de papel- la gravedad que tiene hacer una acusación.