Dicen que los cisnes cantan ante la muerte. Un hombre encontró un cisne puesto en venta y, como había oído que es un animal muy melodioso, lo compró. Y en cierta ocasión en que tenía convidados se acercó al cisne y le pidió que cantase durante la comida. Este entonces se quedó en silencio, pero en otra ocasión más tarde, cuando creyó que iba a morir, entonó un treno para sí mismo; y el amo, al oírle, dijo: «Si no cantas más que si vas a morir, fui necio yo que te lo pedí entonces y no te sacrifiqué».
Así, algunos hombres, lo que no quieren conceder voluntariamente, lo cumplen en contra de su voluntad.