Un burro atravesaba un río cargado de sal. Resbaló y al caerse al agua se disolvió la sal, por lo que se levantó más ligero. Complacido por ello, cuando en otra ocasión llegó cargado de esponjas a un río, pensó que, si de nuevo se caía, se levantaría más ligero y así resbaló voluntariamente. Pero le ocurrió que, al no poder levantarse porque las esponjas habían absorbido el agua, se ahogó allí.
Así también, algunos hombres, sin darse cuenta, se meten en desgracias por sus propios designios.